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lunes, 1 de diciembre de 2014
jueves, 27 de noviembre de 2014
Historia de inmigrantes. Escribe: Verónica Lorences, docente de Lenguas extranjeras, turno tarde
Los botones de mi abuela
Cuando pienso en botones no puedo dejar de pensar en mi abuela Liti. Ella tenía una caja de metal llena de botones. Desde mi perspectiva de niña era enorme; tenía dibujos verdes que dejaban entrever entre sus relieves el paso oxidado del tiempo. En esa caja ya no tan rectangular debido a algún golpe involuntario, había botones de todas formas, colores y tamaños: botones de nácar, botones de cuero, botones forrados, botones dorados, botones plateados, botones transparentes, botones de dos agujeros, botones de cuatro agujeros… y la lista sería interminable.

Las tardes de lluvia de mi infancia, lejos de la oferta tecnológica actual que tan bien funciona para entretener a los niños en días de encierro forzoso, sacábamos la caja y enhebrábamos botones. Mi abuela me prestaba aguja e hilo y se sentaba a mi lado inspeccionando todos mis movimientos. “Hay que buscar los de igual tamaño”, me decía. “¡Pero que collar tan colorido! Probemos ahora hacer una pulserita con todos botones del mismo color” Así pasábamos horas diseñando joyas que al terminar el día deshacíamos para devolver los botones a su metálica morada. Cuando estaba en los últimos años de la escuela primaria, el juego había cambiado, se había tornado más adulto, más dotado de sobria responsabilidad. O bien hacíamos ropita para muñecas o mi abuela me daba un retacito de tela y cosíamos botones haciendo formas de todo tipo. Al finalizar la jornada de costura, los botones eran devueltos religiosamente a su caja.

Les regalo este recuerdo de mi infancia, escrito desde mi emoción y mis anteojos empañados por más de una lágrima. Este juego de los botones pasó de abuelas a nietas por dos generaciones en mi familia. Representa el valor de un rito atesorado en lo más profundo de mi corazón ya no tan infantil, lamentablemente.
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miércoles, 26 de noviembre de 2014
Historia de inmigrantes. Escribe: Andrea Abeledo, maestra recuperadora, turno mañana
Josefina dio la última puntada y sonrió
satisfecha, los botones de coral destellaban en la blancura del vestido. El encaje hecho por sus manos resultaba ser
el marco perfecto para sus botones.
Sus botones…los acarició suavemente con el
dorso de su mano regodeándose con la caricia, esos botones eran su mayor
tesoro, esos pequeños redondeles rosados era el único recuerdo material que le
quedaba de su madre.
Su madre…la recordaba joven, bella siempre
con una sonrisa en los labios y las manos prestas a acariciar…junto con su
padre y su hermano mayor, Francisco eran una familia feliz, pero un día el
destino irrumpió con la fuerza de un vendaval y barrió con todo a su paso.
Roma, 1943. Ella jugaba en el pasillo frente
a su departamento con unos botones que le había dado su mamá cuando sintió
golpes, gritos, los vio antes que la vieran, eran hombres armados vestidos de
oscuro…se quedó quieta sin saber qué hacer ni que esperar….cuando estaban por
llegar a ella unas manos fuertes la levantaron y la entraron a un departamento.
La mujer dueña de esas manos fuertes y
generosas, le explicó que esos hombres buscaban judíos como ellos para
deportarlos a los campos. Eran mercenarios a los cuales les pagaban por cada
judío que entregaban.
La familia de esa mujer, incluida
Josefina, decidieron dejar su querida tierra que ya no los pertenecía y buscar
nuevos horizontes. Josefina recuerda el largo viaje en barco, los primeros días
en un país extraño con un idioma diferente, con otras costumbres pero un país
que los había acogido sin preguntas, sin persecuciones….Ella poco a poco se fue
adaptando, sintiéndose parte de eses país.
Dio la última mirada al vestido y se imaginó
a Manuel esperándola, Manuel su gran amor de manos fuertes y alma cálida,
Manuel amante de los árboles y los pájaros, Manuel de sonrisa generosa y ojos
chispeantes...
Comenzó a cambiarse, hoy era su gran día, hoy
se casaba.
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Proyectos Inmigrantes
martes, 25 de noviembre de 2014
Historias de inmigrantes. Escribe: Graciela Romano , docente Aceleración, turno tarde
La caja de botones de la abuela Cata.
Había muchas cosas en el cuarto de la abuela Cata que me gustaba, pero
había una que me fascinaba, era una caja de madera, con dibujos en la tapa, que
para mí guardaba un tesoro escondido.
Cuando iba a visitarla, después de
tomar una chocolatada riquísima- que me
preparaba como nadie-, yo la miraba y ella me entendía.
-Sí, ya sé lo que querés-, me decía
con su voz suavecita, ya la voy a buscar.
Y me traía esa caja, que guardaba
celosamente en su aparador.¡¡¡Era la caja de los botones!!!
La abríamos y comenzaban a aparecer
botones de todos los colores y tamaños, parecían piedras preciosas.
Allí, entre sonrisas, iba sacando
de a uno los botones que sabía que más me gustaban.
Estos botoncitos, eran de un
vestidito de tu mamá, que yo misma le hice, me decía.
Estos otros, eran de un saco que tu
abuelo usaba para las ocasiones especiales, y aparecían unos botones gorrrdos
como caramelos, de color marrón oscuro, estos chiquititos, eran de mi vestido
de novia.
Casi siempre, me contaba las mismas
historias, pero a mí no me parecían repetidas, siempre tenía alguna nueva
historia de un botón que yo no había visto la vez anterior....eran tantos!!
A veces, me dejaba revolverlos con
mis manos y sacar uno, como si fuera un premio, y de allí salía otra historia nueva.
Yo los iba sacando, y armaba casitas, puentes, arbolitos y todo lo que se me ocurriera.
Y ella disfrutaba mirándome.
La abuela Cata, había llegado a la
Argentina con el abuelo José, en un “vapor” como ella decía, huyendo de la
guerra en Europa. Como tantos otros inmigrantes.
Sus únicos tesoros, eran sus
vestidos, su caja de costura y sus botones, que
fueron llenando la caja a través
de los años, con todos ellos, que recuperaba de las camisas viejas, los vestidos
ya gastados, los abrigos que pasaban de moda. Los guardaba, y volvían a
aparecer en una nueva prenda.
El inmigrante guardaba todo lo que
podía, ya habían perdido tanto en la guerra que siempre pensaban que podía
servir para algo más.
Hoy se diría que mi abuela Cata,
“reciclaba botones”, ella en cambio pensaba que cada botón tenía su utilidad.
Y eran tan lindos.........
Pasaron los años y esa caja entró
en el cajón de la cómoda de mi mamá
Hasta que un día de abril, en que
nos estábamos preparando para un evento muy especial (mi casamiento), se me ocurrió buscar los botones del vestido
de novia de la abuela Cata, y fuimos al cajón de la cómoda.
Y no estaba...buscamos por todos
los cajones, en el placard, en el modular, en mi biblioteca, Y no estaba.
Hasta que mi mamá me dijo que era
posible que la tía Delia lo hubiera llevado para usar algunos, pero la tía
estaba en Entre Ríos y vendría sólo para mi casamiento .Me encerré en mi cuarto
y lloré como una nena chiquita. Siempre soñé con llevar esos botones en mi
vestido de novia, no era un capricho, era afecto puro y sencillo, era el
homenaje a mi abuela inmigrante que me había enseñado tanto.
Hasta que de pronto, se abrió la
puerta de mi cuarto y vi a la abuela que entraba con su caja en la mano,
diciendo, -Me contó un pajarito que buscabas estos botones.
-Abuelaaaa, le dije entre risas y
llanto.
-La vi un domingo en la mesa del
comedor y decidí volver a guardarla, como lo hice siempre-dijo la abuela.
Cuando entré a la iglesia, del
brazo de papá, le sonreí a la abuela Cata, que estaba sentada en el primer
banco, y me imaginé su guiño, al llegar al altar.
Para ella y para mí, esos botones guardaban una
hermosa historia de amor.
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Proyectos Inmigrantes
viernes, 21 de noviembre de 2014
Venimos de muy lejos. Proyecto Inmigrantes. 5º, 6º y 7º
Vecinos de la comunidad de Catalinas se reúnen para pensar una película
sobre su historia. Los integrantes del Grupo de Teatro Catalinas Sur se
preparan para presentar su ya clásico espectáculo Venimos de muy lejos
en la plaza del barrio.
“VENIMOS DE MUY LEJOS, LA PELÍCULA",
fusiona los lenguajes del documental, la ficción y el teatro para
retratar las historias de los inmigrantes que llegaron a la Argentina en
los albores del siglo XX.
Venimos de muy lejos. La película
participó en el 27° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata
2012, el 31° FCIU Festival de Cine Internacional de Uruguay, en el 29°
Chicago Latino Film Festival y del Vission do reel, Market DOCM (Nyon,
Suiza).
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Proyecto de todos.,
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jueves, 20 de noviembre de 2014
lunes, 17 de noviembre de 2014
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