Cuando una biblioteca tiene más de cien años hay objetos que se desgastan. Vieron pasar momentos históricos memorables, cambios educativos gigantescos y personas entrañables. Desde Berrutti hasta, dicen, Benito Quinquela Martín en primer grado.
Me resisto a dejar en el olvido las letras de goma machucadas con el nombre de Carlos R. Vignale. ¡Todooooos los libros en los que trabajó y prestó sus servicios a lo largo de tantas décadas!
Un lugarcito en el cajón del escritorio está reservado. De algún modo custodia nuestros días como lo hacen todos los que apostaron a la educación de nuestros alumnos.
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