Los botones de mi abuela
Cuando pienso en botones no puedo dejar de pensar en mi abuela Liti. Ella tenía una caja de metal llena de botones. Desde mi perspectiva de niña era enorme; tenía dibujos verdes que dejaban entrever entre sus relieves el paso oxidado del tiempo. En esa caja ya no tan rectangular debido a algún golpe involuntario, había botones de todas formas, colores y tamaños: botones de nácar, botones de cuero, botones forrados, botones dorados, botones plateados, botones transparentes, botones de dos agujeros, botones de cuatro agujeros… y la lista sería interminable.

Las tardes de lluvia de mi infancia, lejos de la oferta tecnológica actual que tan bien funciona para entretener a los niños en días de encierro forzoso, sacábamos la caja y enhebrábamos botones. Mi abuela me prestaba aguja e hilo y se sentaba a mi lado inspeccionando todos mis movimientos. “Hay que buscar los de igual tamaño”, me decía. “¡Pero que collar tan colorido! Probemos ahora hacer una pulserita con todos botones del mismo color” Así pasábamos horas diseñando joyas que al terminar el día deshacíamos para devolver los botones a su metálica morada. Cuando estaba en los últimos años de la escuela primaria, el juego había cambiado, se había tornado más adulto, más dotado de sobria responsabilidad. O bien hacíamos ropita para muñecas o mi abuela me daba un retacito de tela y cosíamos botones haciendo formas de todo tipo. Al finalizar la jornada de costura, los botones eran devueltos religiosamente a su caja.

Les regalo este recuerdo de mi infancia, escrito desde mi emoción y mis anteojos empañados por más de una lágrima. Este juego de los botones pasó de abuelas a nietas por dos generaciones en mi familia. Representa el valor de un rito atesorado en lo más profundo de mi corazón ya no tan infantil, lamentablemente.
1 comentario:
Precioso, conmovedor. Me gustó muchísimo, me recordó a mi abuela, ella me enseño a tejer, hacia ropita para las muñecas, usaba hasta el último retazo de tela...Gracias por compartir tu recuerdo.
Andrea (MR)
Publicar un comentario