Les tocó en suerte una época extraña. El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos.
Esa división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las guerras. López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward en la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer El Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en un aula de la calle Viamonte. Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel.
Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.
3 comentarios:
(...)"La nieve y la corrupciòn los conocen"(...)
Pensar que lo escribiò en 1985, hace tanto, tanto y ya sabìa que la corrupcion habìa enterrado a nuestros pobres soldados.
Me encanta este cuento.
Suspiro por Borges y por las Malvinas. Por el arte. Por la palabra. Por las ganas de escribirle al amor y a la nieve.
Por todas las cosas que ya no están.
Borges complejo,laberíntico, difícil de traducir a pesar de compartir la misma lengua.
Muchos textos son perlas para mí, debo estudiar más para comprender mejor.-
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