miércoles, 12 de octubre de 2011

Por Rosana...


Voy a comenzar a decir estas palabras, tomando prestadas palabras ajenas. Hace muy poco un amigo escritor, Mariano Barberàn Zangaro, escribió un micro relato titulado Efemérides  Escolares que dice lo siguiente:
“Si en mayo se conformò el primer gobierno patrio…
Despuès Belgrano creò la bandera…
Luego se proclamò la independencia en la casita de Tucumàn…
Y, además, San Martìn cruzò los Andes y libertò a Chiile y Perù…
¿A què vino Colòn a Amèrica en el mes de octubre?
Por supuesto mi amigo, es docente y se inspirò en los discursos que escuchamos diariamente en boca de los alumnos, a los cuales, les cuesta por momento comprender esta paradójica forma que tenemos de conmemorar los acontecimientos de la historia, y entonces nos comienzan a cuestionar  para què les sirve tal o cual contenido que obligatoriamente tienen que aprender. Entre los más cuestionados están los contenidos històricos, porque consideran que si ya pasó no tienen por qué enterarse.
Conocer el pasado debería servirnos para reflexionar a qué punto llegamos, cómo llegamos y por sobre todas las cosas cómo rescatar lo positivo y que hacer para cambiar lo negativo y esa es la respuesta correcta, conocer el pasado para hacer algo, aunque sea mínimo para transformar el presente.
Todos los aquí presentes conocen desde chicos el nombre de aquel navegante que zarpó un día desde España, se equivocó de ruta, llegó a estas benditas tierras y toda la historia dio un giro de 360º. Año a año se repite lo mismo.
Hoy, más allá de recordar lo sucedido en el siglo XV, nos propusimos ponernos a pensar qué hicimos con eso, cómo lo mejoramos, cuánto mejor nos estamos comportando con las culturas originarias, cuánto más que ellos las respetamos, qué sabemos de estos hermanos que intentan preservar sus costumbres, sus ideas, sus creencias, sus tierras y viven en el siglo XXI, marginados por nosotros mismos.
No  se puede querer aquello que se desconoce, no se trata de educar fanáticos que vean que todo fue oscuro, ni engañar a los jóvenes diciéndole y repitiéndole las buenas intenciones de aquel almirante, porque hoy todos conocemos que detrás de su desorientada brújula se escondieron intereses económicos que dejaron marcas que aún persisten. Pero sólo vamos a poder comenzar a repararlas, y no digo borrarlas, sino repararlas aunque sea un poco, cuando orgullosos le contemos al mundo  que tenemos un pasado forjado y construido por los pueblos originarios, que no alcanza con que sean mencionados en la Constitución Nacional, sino que todos tenemos la obligación de respetarlos, y para eso debemos conocer y dar a conocer su historia.
Criticar lo hecho sin proponer soluciones reparadoras es muy fácil. Enojarse con el pasado convirtiéndonos en jueces,  pero totalmente descontextualizados, es una práctica que nos llega por los medios cada día.
Pero delante nuestro están ustedes, los jóvenes,  en quienes confiamos que harán lo posible por buscarle un giro a la historia, pero para lograrlo, debemos ofrecerles las herramientas y el conocimiento necesario para querer buscar  ese giro.  Si solamente nos quedamos en la hazaña de l492, quedamos estancados y chatos, sin la posibilidad de progresar humanamente, porque los pueblos originarios son pueblos olvidados y  necesitan mucho màs que tecnología  y bienes materiales para poder levantar cabeza,   en realidad lo que necesitan es  un pueblo entero que los proteja y los reconozca.

4 comentarios:

Bibliotecari@ dijo...

qué más se puede decir...

BRILLANTE!

Seño Rosana Colombo dijo...

Gracias seño, es lo que siento. Besos

Héctor dijo...

Me gustaron las palabras de Rosana,agregaría que los españoles pelearon contra otros pueblos europeos y los aborígenes contra otros pueblos aborígenes.Según Ibarra Grasso los incas vencieron y desterraron a los nazcas,la guerra siempre estuvo presente. Héctor-

Seño Rosana 4*B TM dijo...

Obvio. Eran y son seres humanos, el hombre siempre llevò y llevarà el ansia por conquistar y tomar lo que no es suyo en su esencia ¿Por què no iban a ser asì los pueblos originarios? ¿Acaso ese instinto sòlo le corresponde a la raza blanca?
Saludos, què suerte que mis palabras hayan gustado.